Los niños prematuros tienen problemas de aprendizaje: una preocupación frecuente que merece atención y acompañamiento adecuado.
Nacer antes de tiempo puede tener consecuencias en distintas áreas del desarrollo infantil, y una de las más importantes es el aprendizaje. Aunque no todos los niños prematuros presentan dificultades, es más común que enfrenten ciertos desafíos cognitivos, atencionales o de lenguaje a lo largo de su crecimiento. Con un seguimiento oportuno y apoyo especializado, muchos de estos niños pueden alcanzar su máximo potencial y desenvolverse con éxito en el entorno escolar.
¿Por qué los niños prematuros pueden tener problemas de aprendizaje?
El cerebro de un bebé se desarrolla aceleradamente durante las últimas semanas del embarazo. Cuando un niño nace antes de las 37 semanas, ese proceso se interrumpe, lo que puede afectar áreas relacionadas con la memoria, la atención, el lenguaje o las funciones ejecutivas.¹
Algunos de los problemas de aprendizaje más comunes en niños prematuros incluyen:
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Dificultades para concentrarse o mantener la atención.
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Retrasos en el desarrollo del lenguaje.
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Problemas en la coordinación motora fina (por ejemplo, al escribir).
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Mayor riesgo de dislexia u otros trastornos del aprendizaje.
Estos desafíos no siempre se manifiestan de inmediato. A veces, se evidencian al comenzar la etapa escolar. Por eso, el seguimiento del desarrollo y una intervención temprana son clave.
En muchos casos, con apoyo psicológico, pedagógico y familiar, los niños prematuros pueden aprender a su ritmo y lograr un desarrollo académico satisfactorio.
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¿Qué significa ser un niño prematuro?
Un niño prematuro es aquel que nace antes de las 37 semanas de gestación. Según la edad gestacional, se clasifica en:
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Prematuro leve: entre 32 y 36 semanas.
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Muy prematuro: entre 28 y 31 semanas.
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Extremadamente prematuro: antes de las 28 semanas.
Debido a que su desarrollo no ha finalizado completamente en el útero, pueden presentar inmadurez en órganos vitales (como pulmones, corazón o sistema digestivo), lo que requiere atención médica especializada al nacer.
Qué se considera nacimiento prematuro
Un niño se considera prematuro cuando nace antes de las 37 semanas de gestación. Esto significa que no completó el tiempo que normalmente se necesita para que todos los órganos, especialmente el cerebro, terminen de desarrollarse dentro del útero.
La prematuridad se clasifica en distintos niveles según cuántas semanas de gestación haya cumplido el bebé:
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Prematuro tardío: nacido entre las semanas 34 y 36
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Prematuro moderado: entre las semanas 32 y 33
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Prematuro extremo o muy prematuro: antes de la semana 32
Cuanto más temprano es el nacimiento, mayores son los riesgos médicos y de desarrollo, aunque esto no significa que todos los niños prematuros van a tener problemas. Cada caso es único.
Lo que sí sabemos por investigaciones actuales es que los niños prematuros tienen más riesgo de enfrentar ciertas dificultades, sobre todo en el área del aprendizaje, especialmente si nacieron antes de las 34 semanas.
Diferencias entre prematuros tardíos y extremos
Es importante entender que no todos los niños prematuros tienen las mismas posibilidades. Un bebé que nace en la semana 36 puede parecer “casi a término”, pero su sistema nervioso aún está en formación. Esto quiere decir que incluso los prematuros tardíos pueden tener pequeñas diferencias en su desarrollo en comparación con niños nacidos a término.
Por otro lado, los prematuros extremos (antes de la semana 32) suelen requerir internación prolongada, cuidados intensivos y controles médicos regulares, ya que su desarrollo neurológico es más inmaduro al momento del nacimiento.
Ambos grupos, aunque en distinto grado, presentan un mayor riesgo de presentar:
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Retrasos en el lenguaje
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Dificultades en la atención y memoria
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Problemas visoespaciales (por ejemplo, entender posiciones, formas o ubicaciones)
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Necesidad de apoyo escolar en los primeros años
Esto no significa que no puedan aprender, sino que pueden necesitar más tiempo, más acompañamiento o estrategias adaptadas.
Desarrollo cerebral en los nacimientos prematuros
El desarrollo del cerebro durante el embarazo es un proceso complejo y delicado. En las últimas semanas de gestación, el cerebro del bebé crece rápidamente: se forman conexiones neuronales, se organiza la corteza cerebral y se consolidan funciones básicas como el control del movimiento, la percepción y el procesamiento de la información.
Cuando un niño nace antes de tiempo, su cerebro todavía no ha completado estas etapas, y ahora debe seguir desarrollándose en un ambiente muy distinto al del útero: más ruidoso, menos estable, con estímulos nuevos e incluso intervenciones médicas que, aunque necesarias, pueden influir en su desarrollo neurológico.
Por eso se dice que los niños prematuros tienen más riesgo de presentar dificultades de aprendizaje: porque su cerebro parte de un contexto diferente desde los primeros días de vida.
Esto no determina su futuro, pero sí exige un seguimiento cercano y muchas veces un acompañamiento específico para favorecer su desarrollo.
Por qué es importante hablar de aprendizaje en niños prematuros
Durante años se pensó que si un niño prematuro crecía bien físicamente, ya no había de qué preocuparse. Pero la ciencia ha demostrado que muchos de estos niños, aunque aparentemente sanos, pueden mostrar dificultades sutiles a lo largo del desarrollo, sobre todo al iniciar la escolaridad.
Por eso es tan importante hablar abiertamente del tema. Reconocer que los niños prematuros tienen problemas de aprendizaje con más frecuencia que los niños nacidos a término no es para alarmarse, sino para estar atentos, intervenir a tiempo y brindar el apoyo necesario.
Entre los mitos más comunes están:
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“Como ya camina y habla, está todo bien”
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“Ya superó la incubadora, ahora es igual que los demás”
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“Le va mal en la escuela porque no se esfuerza”
Estos supuestos pueden hacer que se minimicen signos tempranos de dificultad. En cambio, si aceptamos que el desarrollo de un niño prematuro puede tener otro ritmo, será más fácil adaptar expectativas, buscar ayuda profesional cuando sea necesario, y evitar frustraciones o etiquetas injustas.
En la próxima parte veremos qué dicen los estudios actuales sobre el aprendizaje en niños prematuros, cuáles son las áreas más afectadas y qué podemos esperar en los primeros años escolares.
Qué dicen los estudios sobre el aprendizaje en niños prematuros
Evidencias científicas recientes
Numerosos estudios internacionales han confirmado que los niños prematuros tienen problemas de aprendizaje con mayor probabilidad, especialmente en áreas como el lenguaje, las matemáticas, la atención y la comprensión lectora.
Por ejemplo, una investigación publicada en la revista Pediatric Research (2024) encontró que los niños nacidos entre las semanas 32 y 34 presentaban puntuaciones significativamente más bajas en lectura, matemáticas y ciencias, desde el jardín infantil hasta al menos quinto grado. También se observó que estos niños tenían más posibilidades de necesitar apoyo educativo especializado, como adaptaciones curriculares o programas de intervención temprana.
Otro estudio publicado por el National Institutes of Health mostró que los prematuros extremos (nacidos antes de la semana 32) tenían el doble de riesgo de enfrentar dificultades académicas persistentes en comparación con niños nacidos a término. Estas diferencias no solo aparecían en la infancia, sino que podían persistir hasta la adolescencia, afectando el desempeño escolar y la autoestima.
También se ha detectado que los prematuros tardíos (semanas 34-36), que en el pasado se consideraban de bajo riesgo, tienen un riesgo moderadamente elevado de presentar dificultades de aprendizaje, aunque muchas veces estas pasan desapercibidas en los primeros años.
Áreas del aprendizaje más afectadas
Los desafíos que pueden enfrentar los niños prematuros no se limitan a una materia escolar específica. Más bien, suelen involucrar funciones cognitivas esenciales que están en la base de todo aprendizaje. Algunas de las más afectadas son:
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Atención sostenida y concentración: dificultad para mantener el foco en una tarea, distraerse fácilmente o no completar actividades escolares.
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Memoria de trabajo: problemas para recordar instrucciones o integrar información nueva mientras realizan una tarea.
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Habilidades del lenguaje: retrasos en la adquisición del lenguaje oral, dificultades para comprender textos, expresar ideas o aprender vocabulario nuevo.
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Motricidad fina: problemas con la escritura, el recorte o el manejo de utensilios escolares.
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Habilidades visoespaciales: dificultad para entender relaciones espaciales, reconocer formas o seguir patrones visuales (clave para las matemáticas y la lectura).
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Autorregulación emocional y frustración académica: cansancio mental más rápido, reacciones intensas frente a errores, evitación de actividades que les resultan difíciles.
Es importante entender que estas dificultades no siempre son evidentes al inicio. A menudo se manifiestan con más claridad al ingresar a la escuela, cuando se incrementan las demandas cognitivas y sociales.
Importancia del seguimiento escolar y neuropsicológico
Dado que los niños prematuros tienen problemas de aprendizaje con una frecuencia mayor, los especialistas recomiendan un seguimiento educativo y neuropsicológico desde la etapa preescolar. Esto no significa patologizar al niño, sino acompañarlo con una mirada preventiva.
Este seguimiento permite:
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Detectar señales tempranas de dificultad antes de que generen frustración o desmotivación.
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Adaptar las exigencias escolares a sus capacidades reales.
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Establecer estrategias de apoyo individualizado cuando sea necesario.
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Evitar diagnósticos tardíos que podrían haberse prevenido con intervención oportuna.
Las evaluaciones neuropsicológicas ayudan a identificar el perfil cognitivo del niño, es decir, sus fortalezas y debilidades específicas. Con esa información, se pueden diseñar planes de intervención mucho más efectivos, personalizados y realistas.
En síntesis, la investigación actual es clara: los niños prematuros tienen un mayor riesgo de enfrentar problemas de aprendizaje, pero eso no significa que no puedan aprender o desarrollarse bien. Lo importante es mirar su desarrollo de forma integral y a largo plazo, con una actitud atenta, empática y proactiva.
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Señales que pueden indicar problemas de aprendizaje en niños prematuros
Etapa preescolar: signos a observar
En los primeros años, muchas señales pueden pasar desapercibidas o confundirse con un ritmo de desarrollo simplemente “más lento”. Sin embargo, hay algunos signos de alerta que pueden indicar la necesidad de observación o intervención.
Lenguaje y comunicación:
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Retraso en comenzar a hablar o formar frases.
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Dificultad para seguir consignas simples como “trae la pelota” o “guarda los juguetes”.
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Vocabulario limitado en comparación con otros niños de su edad.
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Problemas para contar lo que hizo en el día o expresar lo que necesita.
Motricidad y coordinación:
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Torpeza al correr, saltar o subir escaleras.
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Dificultades con tareas como abotonarse, tomar el lápiz o usar tijeras.
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Evita juegos que requieren coordinación motora.
Atención y conducta:
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Se distrae con facilidad o no logra concentrarse más de unos minutos en una actividad.
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Tiene explosiones de frustración si algo no le sale bien.
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Cambios bruscos de humor o baja tolerancia a la espera.
Estas señales no implican necesariamente un trastorno, pero si el niño fue prematuro, es importante observarlas con más atención, ya que pueden estar relacionadas con dificultades en el desarrollo de habilidades cognitivas básicas.
Edad escolar: desafíos más comunes
En la etapa de ingreso al sistema educativo formal, las demandas cognitivas y sociales aumentan. Es aquí donde muchas veces se hacen más visibles las dificultades de aprendizaje en niños prematuros.
Rendimiento académico:
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Dificultades en la lectura (leer lentamente, sin comprender lo leído).
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Problemas con la escritura (letra desorganizada, errores ortográficos frecuentes).
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Baja comprensión de las matemáticas básicas (números, cantidades, sumas).
Funciones ejecutivas:
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Dificultades para organizarse: olvidan tareas, materiales, instrucciones.
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Problemas para planificar lo que deben hacer primero o dividir tareas grandes.
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Evitan actividades que requieren concentración o esfuerzo sostenido.
Relaciones sociales y emocionales:
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Dificultades para seguir normas en grupo o participar en juegos cooperativos.
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Miedo excesivo al error o al juicio de los demás.
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Baja autoestima escolar: expresiones como “soy tonto”, “nunca me sale”, “me va a ir mal”.
Estas manifestaciones pueden ser sutiles al principio, pero si persisten, afectan directamente la motivación, la participación y el aprendizaje. Por eso, es clave que familias y docentes estén atentos a estos indicadores, especialmente si saben que el niño nació prematuro.
Adolescencia: efectos tardíos del nacimiento prematuro
Aunque muchas personas creen que los efectos del nacimiento prematuro desaparecen con el crecimiento, lo cierto es que algunos desafíos cognitivos pueden prolongarse hasta la adolescencia, especialmente en situaciones de mayor exigencia académica.
En esta etapa pueden observarse:
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Dificultades para organizar tiempos de estudio y tareas complejas.
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Problemas para redactar textos largos, resumir o hacer inferencias.
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Problemas con la abstracción matemática o las ciencias exactas.
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Dificultades para expresar ideas con claridad, tanto oral como por escrito.
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Ansiedad ante las evaluaciones, miedo al fracaso, inseguridad.
A esto se suma la presión social y emocional propia de la adolescencia, que puede amplificar el impacto de las dificultades escolares. Muchos adolescentes prematuros expresan que se sienten distintos, más lentos o “menos capaces”, aunque en realidad tienen un gran potencial que puede necesitar otras formas de ser apoyado.
Detectar estas señales no es etiquetar, sino abrir la puerta a un acompañamiento más adecuado y respetuoso. Como veremos en la siguiente parte, existen múltiples formas de apoyar a los niños prematuros para que aprendan, crezcan y desarrollen su potencial con confianza.
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Cómo acompañar a los niños prematuros en su aprendizaje
Estrategias en casa
El hogar es el primer espacio donde el niño aprende, se regula y construye su confianza. Cuando hablamos de que los niños prematuros tienen problemas de aprendizaje, no estamos diciendo que no puedan aprender, sino que tal vez necesiten otros ritmos, más apoyo y menos presión.
Establecer rutinas claras y predecibles:
Las rutinas ayudan al cerebro a organizarse y anticipar lo que viene. Tener horarios fijos para levantarse, comer, hacer tareas y descansar da seguridad y estructura.
Estimular sin exigir:
Los niños prematuros pueden frustrarse fácilmente si se sienten comparados o presionados. Lo ideal es proponer actividades lúdicas que estimulen habilidades cognitivas sin que parezcan una “tarea”. Por ejemplo, juegos de memoria, cuentos con preguntas, puzzles, cocinar siguiendo pasos, entre otros.
Fomentar la autonomía de forma gradual:
Ayudarlo a organizar su mochila, a preparar su espacio de estudio o a hacer pequeñas tareas del hogar fortalece su autoestima y habilidades ejecutivas. Es mejor guiar que hacer todo por él.
Cuidar el lenguaje emocional:
Frases como “tranquilo, te puedo ayudar”, “lo estás intentando muy bien”, o “podemos buscar otra manera de hacerlo” son mucho más efectivas que “¿por qué no lo hiciste?” o “otra vez te equivocaste”.
Celebrar los avances reales, no los ideales:
Reconocer sus logros (aunque sean pequeños) motiva más que premiar solo los resultados. Si logró concentrarse más que ayer, eso ya es motivo de celebración.
Estrategias en la escuela
El entorno escolar puede ser un lugar de aprendizaje o de frustración para los niños prematuros, dependiendo de cuánto se comprenda su historia y sus necesidades. Por eso es clave construir un puente entre familia, docentes y profesionales de apoyo.
Adaptaciones simples pero efectivas:
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Más tiempo para completar tareas o evaluaciones.
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Instrucciones claras, divididas en pasos.
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Posibilidad de demostrar lo que sabe de diferentes formas (oral, visual, práctica).
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Ubicación en un lugar con pocos distractores.
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Apoyo visual (esquemas, cuadros, ejemplos concretos).
Comunicación abierta con el docente:
Informar al equipo educativo que el niño nació prematuro puede ayudar a interpretar mejor sus dificultades y evitar juicios erróneos (“es vago”, “no presta atención”, “no se esfuerza”).
Plan de seguimiento escolar:
En algunos casos, se puede trabajar con un equipo psicopedagógico o neuropsicológico que sugiera estrategias específicas. No es necesario esperar a que “le vaya mal” para intervenir: la prevención es más efectiva que la corrección.
Evitar comparaciones con otros niños:
Cada niño tiene su propio ritmo. Compararlo con sus pares solo aumenta la ansiedad y baja la autoestima. Es más útil compararlo con sí mismo: ¿cómo estaba hace seis meses?, ¿qué logró avanzar?
El valor de un enfoque interdisciplinario
Cuando se detecta que los niños prematuros tienen problemas de aprendizaje, lo ideal es que no solo la familia y la escuela se involucren, sino también un equipo de profesionales que puedan hacer una evaluación integral del caso.
Algunos profesionales clave:
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Psicopedagogo/a: ayuda a identificar y trabajar dificultades específicas del aprendizaje.
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Neuropsicólogo/a infantil: evalúa funciones cognitivas y traza un perfil completo del niño.
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Fonoaudiólogo/a: trabaja el lenguaje oral, comprensión y expresión, claves para el aprendizaje.
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Terapeuta ocupacional: apoya en temas de motricidad fina, atención y organización.
Este enfoque permite diseñar un plan de trabajo personalizado, respetuoso y adaptado a las verdaderas necesidades del niño. No se trata de “normalizarlo”, sino de darle las mejores condiciones para aprender a su manera.
En la próxima parte hablaremos sobre los factores protectores, cómo algunos niños prematuros logran desarrollarse sin mayores dificultades, y por qué el acompañamiento sensible puede marcar la diferencia.
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Esperanza y evolución: cada niño tiene su propio ritmo
No todos los prematuros tienen problemas de aprendizaje
Aunque este artículo ha explicado con detalle por qué los niños prematuros tienen problemas de aprendizaje con mayor frecuencia, es importante aclarar algo fundamental: no todos los niños prematuros presentan dificultades.
Hay muchos factores que influyen en el desarrollo de cada niño más allá de su edad gestacional. Algunos bebés prematuros superan los desafíos iniciales sin mayores complicaciones y logran integrarse al sistema educativo sin requerir apoyos especiales.
Los estudios muestran que:
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Muchos niños prematuros tienen un desarrollo cognitivo y emocional dentro del rango esperado para su edad.
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Las dificultades que puedan aparecer pueden ser leves, temporales o compensadas con intervención oportuna.
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Incluso en los casos donde hay desafíos, el pronóstico mejora significativamente cuando hay detección temprana y acompañamiento respetuoso.
Por eso, hablar de los riesgos no es una sentencia, sino una herramienta de prevención para dar a cada niño lo que necesita, sin etiquetas ni estigmas.
Factores protectores: entorno, estimulación, vínculos seguros
Los llamados “factores protectores” son condiciones que disminuyen el impacto de los riesgos y favorecen un desarrollo saludable, incluso en contextos adversos como la prematuridad.
Entre los más importantes se encuentran:
Entorno familiar estable y afectivo:
Un ambiente donde el niño se sienta seguro, escuchado y querido es uno de los mejores predictores de desarrollo positivo.
Estimulación oportuna y no forzada:
Ofrecer juegos, cuentos, desafíos simples adaptados a su nivel y reforzados con paciencia es más efectivo que forzar aprendizajes.
Presencia de adultos disponibles emocionalmente:
Más allá de cuánto tiempo pasen con el niño, lo que importa es cómo están presentes. La disponibilidad emocional y el vínculo seguro potencian el desarrollo cognitivo.
Apoyo profesional cuando es necesario:
Contar con terapeutas, psicopedagogos o docentes capacitados puede marcar una gran diferencia, sobre todo si se trabaja en conjunto con la familia.
No patologizar, pero tampoco ignorar:
Aceptar que el niño necesita otro ritmo o más apoyo no es rendirse, sino una forma de acompañarlo mejor.
Casos de superación: cuando el entorno hace la diferencia
Historias reales o ilustrativas muestran cómo muchos niños prematuros, que inicialmente presentaban dificultades, logran desarrollar sus capacidades plenamente con el acompañamiento adecuado.
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Un niño que no hablaba al entrar al jardín y hoy expone con seguridad sus ideas en clase.
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Una niña que necesitó acompañamiento escolar hasta tercer grado y hoy ayuda a sus compañeros con tareas.
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Un adolescente que fue prematuro extremo, y aunque siempre necesitó más tiempo para estudiar, desarrolló habilidades creativas excepcionales en arte o música.
Estas historias no son la excepción, sino ejemplos del potencial que tienen todos los niños cuando se les ofrece tiempo, comprensión, estructura y amor.
Conclusión
Sí, los niños prematuros tienen problemas de aprendizaje con más frecuencia que los nacidos a término. Pero eso no significa que no puedan aprender, disfrutar, adaptarse y tener éxito en la escuela y en la vida.
Detectar a tiempo no es etiquetar: es dar herramientas, intervenir cuando hace falta y aceptar que cada niño tiene su camino, que no siempre coincide con los promedios, pero sí con su potencial.
La familia, la escuela y los profesionales no pueden cambiar el pasado, pero sí pueden transformar el presente y el futuro de un niño prematuro. Y ese acompañamiento —respetuoso, informado y afectivo— puede ser el mejor regalo para su desarrollo.