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6 Tipos de Terapia para Niños Autistas Leve

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Terapia para niños autistas leves: una herramienta clave para potenciar su desarrollo y bienestar.

Cuando se trata de niños con autismo leve, contar con el apoyo terapéutico adecuado puede marcar una gran diferencia en su vida diaria. Estas terapias no solo abordan las dificultades sociales o comunicativas, sino que también promueven la autonomía, la autoestima y la integración escolar y familiar. En este artículo, exploraremos las opciones más efectivas y cómo elegir el camino más adecuado para cada niño y su familia.

Terapias para niños autistas leves

terapia para niños autistas leves

El autismo leve en la infancia, también conocido como trastorno del espectro autista de alto funcionamiento, se caracteriza por dificultades en la comunicación social y comportamientos repetitivos, aunque con capacidades cognitivas dentro del promedio o superiores.

Los niños con autismo leve suelen hablar, aprender y desarrollarse con autonomía, pero pueden tener desafíos para entender normas sociales, expresar emociones o adaptarse a los cambios. También es común que presenten intereses muy específicos o mantengan rutinas rígidas.

Con un diagnóstico temprano y un acompañamiento profesional adecuado, como terapia del lenguaje o intervenciones psicoeducativas, se puede potenciar su desarrollo y mejorar su adaptación en el entorno escolar y social.

En Mindy, contamos con profesionales capacitados para apoyar a niños y familias en este proceso, promoviendo una infancia más comprensiva, respetuosa y acompañada.

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Comprender el autismo leve en la infancia

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¿Por qué es importante hablar de terapias para niños autistas leves?

Cuando un niño recibe el diagnóstico de autismo leve, muchas familias se sienten confundidas, desorientadas o incluso asustadas. Es normal que aparezcan preguntas como:
“¿Qué significa exactamente?”, “¿Podrá desarrollarse bien?”, “¿Necesita terapia si su caso es leve?”.

Aquí es donde es clave entender que el diagnóstico es solo el comienzo, no una sentencia. Y que el hecho de que sea un caso leve no significa que no necesite acompañamiento. De hecho, en los últimos años, los estudios han demostrado que una intervención adecuada, personalizada y temprana puede hacer una gran diferencia en el desarrollo emocional, social y comunicativo de estos niños.

Por eso es tan necesario hablar, de forma clara y sin tecnicismos, sobre las terapias para niños autistas leves. No para buscar que encajen en moldes rígidos, sino para ayudarlos a crecer, comprenderse, expresarse y conectar con su entorno desde su propio estilo.¹

¿Qué significa tener un diagnóstico de autismo leve?

El autismo leve (también llamado nivel 1 dentro del espectro autista) es una forma de condición del neurodesarrollo que afecta principalmente la forma en que una persona se comunica, interactúa con otros y procesa estímulos del entorno. En los niños con autismo leve, estas diferencias suelen ser más sutiles o menos discapacitantes que en los niveles moderado o severo, pero siguen estando presentes y pueden dificultar su día a día.

Algunos rasgos comunes en niños con autismo leve pueden incluir:

  • Dificultades para iniciar o mantener conversaciones

  • Intereses muy específicos e intensos (por ejemplo, dinosaurios, mapas, calendarios)

  • Rigidez en rutinas o malestar frente a los cambios

  • Poca comprensión de normas sociales implícitas (como turnarse al hablar o interpretar gestos)

  • Reacciones intensas a ciertos sonidos, texturas o luces

  • En algunos casos, lenguaje muy avanzado, pero poca flexibilidad para adaptarlo según el contexto social

Importante: cada niño es diferente. No todos presentan los mismos síntomas ni con la misma intensidad. Por eso, más allá del diagnóstico, lo fundamental es observar cómo se desenvuelve en su vida cotidiana, qué lo ayuda, qué lo frustra y qué herramientas necesita para desarrollarse mejor.

¿Qué desafíos puede enfrentar un niño con autismo leve?

Aunque muchos niños con autismo leve tienen buenas habilidades cognitivas y pueden asistir a escuelas regulares, eso no significa que no enfrenten desafíos. Algunos de los más frecuentes son:

  • Problemas para hacer amigos o sostener juegos compartidos, lo que puede generar aislamiento o frustración

  • Sensibilidad sensorial que hace difícil estar en ambientes ruidosos o con mucha estimulación

  • Falta de comprensión de las bromas, ironías o dobles sentidos, lo que puede generar malentendidos

  • Rigidez en el pensamiento: les cuesta adaptarse cuando las cosas no salen como esperaban

  • Dificultad para regular emociones, especialmente ante cambios, frustraciones o sobrecarga sensorial

Estos desafíos no siempre se notan en un primer momento. De hecho, muchos niños con autismo leve pasan desapercibidos en el sistema escolar o familiar hasta que las demandas sociales aumentan (por ejemplo, en la transición a la primaria o al relacionarse con otros niños en grupos grandes).

Por eso, aunque la condición sea “leve”, el acompañamiento terapéutico es clave para fortalecer sus recursos y prevenir dificultades futuras.

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El valor de una intervención temprana

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¿Por qué empezar cuanto antes?

Las investigaciones en psicología del desarrollo y neurociencias son claras: los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo del cerebro. Es en esta etapa cuando se establecen muchas de las bases que luego permitirán al niño comunicarse, autorregularse, formar vínculos y adaptarse a diferentes situaciones.

En niños con autismo leve, una intervención temprana no busca “corregir” quiénes son, sino ayudarlos a comprender su mundo interior y el mundo exterior, y a crear puentes entre ambos. Cuanto antes se empiece, más fácil es incorporar herramientas que luego se vuelven naturales para ellos.

¿Qué beneficios tiene intervenir de forma temprana?

  • Mejora las habilidades de comunicación, incluso en niños con lenguaje verbal

  • Fortalece la interacción social, ayudando a desarrollar empatía y habilidades para jugar en grupo

  • Permite entender y manejar mejor las emociones

  • Ayuda a establecer rutinas saludables y estrategias de autorregulación

  • Previene problemas futuros, como ansiedad, baja autoestima o conductas rígidas más marcadas

  • Favorece la inclusión escolar y la relación con compañeros y docentes

¿Qué pasa si no se hace nada?

Es importante saber que el tiempo no siempre resuelve por sí solo. Muchos niños con autismo leve aprenden observando, pero otros necesitan que se les enseñen explícitamente habilidades sociales, formas de expresarse o estrategias para manejar la frustración.

Si no se recibe acompañamiento, es común que aparezcan:

  • Problemas de comportamiento (rabietas, aislamiento, impulsividad)

  • Bajo rendimiento escolar por ansiedad o dificultades no detectadas

  • Dificultades para hacer amigos y sentirse comprendido

  • Baja autoestima al sentirse “raro” o “diferente” sin saber por qué

Eso no significa que todo esté perdido si no se interviene temprano, pero sí que cuanto antes se comience, más fluido y natural será el proceso de aprendizaje y adaptación.

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Terapias fundamentales para niños con autismo leve

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Los niños con autismo leve pueden beneficiarse mucho de terapias que fortalezcan sus habilidades sociales, comunicativas y adaptativas. Algunas de las más recomendadas son:

  • Terapia del lenguaje: ayuda a mejorar la comunicación verbal y no verbal, adaptada a las necesidades individuales.

  • Terapia ocupacional: trabaja en el desarrollo de la autonomía, la motricidad y la regulación sensorial.

  • Intervención psicoeducativa: enseña habilidades sociales, manejo de emociones y estrategias para adaptarse a distintos entornos.

  • Terapia cognitivo-conductual (TCC): útil para identificar y modificar pensamientos o conductas que generan malestar.

En Mindy, ofrecemos acompañamiento especializado para cada caso, con un enfoque respetuoso y personalizado que favorece el bienestar integral del niño y su familia.

Terapia del lenguaje y comunicación

La terapia del lenguaje no es solo para niños que no hablan. También es fundamental para aquellos que hablan mucho pero no se comunican de forma efectiva. En los casos de autismo leve, es común que el niño tenga un vocabulario amplio o hable fluidamente, pero que le cueste usar el lenguaje de forma social. Por ejemplo, puede no respetar los turnos al conversar, usar un lenguaje muy formal o literal, no entender chistes o sarcasmos, o tener dificultades para expresar sus emociones verbalmente.

Las sesiones se realizan a través de juegos, cuentos, títeres, diálogos guiados y actividades interactivas. La terapeuta no dicta una clase; en cambio, propone situaciones lúdicas donde el niño puede practicar habilidades concretas. Por ejemplo, pueden usar un cuento para explorar emociones, simular una situación cotidiana como ir al supermercado, o practicar cómo pedir ayuda. También se trabaja la entonación, el lenguaje corporal, las expresiones faciales y la comprensión de gestos.

En los niños con autismo leve, el objetivo no es enseñar a hablar, sino ayudarles a usar el lenguaje de forma flexible y funcional en diferentes contextos: en casa, en la escuela o con amigos. Es clave que los padres participen o estén informados del proceso terapéutico, para reforzar lo aprendido en la vida diaria. Esta es una de las terapias para niños autistas leves más comunes y con mayores beneficios a largo plazo.

Terapia ocupacional

La terapia ocupacional trabaja en el desarrollo de habilidades necesarias para que el niño se desenvuelva de forma autónoma y cómoda en su entorno. En el contexto del autismo leve, esta terapia se enfoca en tres áreas principales: autorregulación emocional y sensorial, motricidad fina y gruesa, y autonomía en la vida diaria.

Por ejemplo, un niño puede tener dificultades para tolerar ciertos ruidos, texturas de ropa o sabores, lo cual le genera malestar y afecta su conducta. O puede que le cueste abotonarse la camisa, usar cubiertos o mantener la postura al escribir. La terapia ocupacional le ayuda a reconocer lo que le incomoda y encontrar estrategias para manejarlo de forma funcional.

Las sesiones incluyen actividades como juegos sensoriales, ejercicios físicos, uso de columpios, masillas, telas, rutinas simuladas y trabajo guiado con objetos cotidianos. Si el niño se desregula al vestirse, por ejemplo, la terapeuta trabajará con él para identificar qué lo molesta, y cómo calmarse o anticiparse a ese estímulo. También se abordan habilidades para mejorar la coordinación, la planificación motriz y la atención, todas fundamentales para un buen desempeño escolar y familiar.

En las terapias para niños autistas leves, la terapia ocupacional tiene un enfoque muy práctico: acompañar al niño en los desafíos del día a día y darle herramientas reales que pueda aplicar en casa, la escuela o en situaciones sociales.

Psicoterapia infantil

La psicoterapia infantil brinda un espacio seguro donde el niño puede explorar sus emociones, comprenderse a sí mismo y aprender a relacionarse con los demás. Muchos niños con autismo leve tienen un mundo emocional muy intenso, pero no siempre saben cómo expresarlo o identificar lo que les ocurre. Esto puede generar ansiedad, irritabilidad o comportamientos que otros no entienden.

A través del juego terapéutico, el dibujo, el diálogo o actividades simbólicas, el terapeuta ayuda al niño a darle forma a lo que siente, construir un lenguaje emocional propio y desarrollar habilidades de autorregulación. No se trata solo de “hablar sobre lo que le pasa”, sino de acompañarlo a entender cómo funciona su mundo interno y cómo puede comunicarse mejor con los demás.

En los casos de autismo leve, esta terapia también puede trabajar situaciones específicas como el miedo al rechazo, la frustración frente a los cambios, la autoestima o las dificultades para hacer amigos. Además, muchas veces se incluye a los padres en el proceso, brindando orientación sobre cómo acompañar emocionalmente al niño en casa.

Dentro del abanico de terapias para niños autistas leves, la psicoterapia es clave para favorecer su bienestar emocional, ayudarlo a formar vínculos y construir una imagen positiva de sí mismo.

Terapias basadas en la conducta: ABA (Análisis Conductual Aplicado)

El ABA (por sus siglas en inglés, Applied Behavior Analysis) es una de las terapias para niños autistas leves más conocidas y utilizadas en todo el mundo. Se basa en el análisis del comportamiento y en la enseñanza de habilidades a través de la repetición, el refuerzo positivo y la descomposición de tareas complejas en pasos más pequeños.

En el caso del autismo leve, el enfoque ABA se adapta para trabajar habilidades sociales, autonomía, tolerancia a la frustración, rutinas funcionales y resolución de problemas. Por ejemplo, si un niño tiene dificultades para saludar o pedir ayuda, se diseña una estrategia para enseñarle esa habilidad paso a paso, reforzando cada avance hasta que lo incorpore de forma natural.

ABA ha demostrado eficacia en muchos casos, especialmente cuando se aplica desde edades tempranas. Sin embargo, también ha sido criticado por algunos enfoques demasiado rígidos. Por eso, lo ideal es que sea aplicado por profesionales actualizados, con una mirada respetuosa, individualizada y centrada en el bienestar del niño.

En niños con autismo leve, se recomienda un ABA más flexible, naturalizado y centrado en situaciones reales, como juegos compartidos, vida escolar o interacción familiar.

Terapia para niños autistas leve complementarias: arte, música y movimiento

Además de las terapias más estructuradas, existen enfoques complementarios que pueden ser muy beneficiosos como apoyo emocional y expresivo para niños dentro del espectro autista. Algunas de las más destacadas son:

Musicoterapia: utiliza la música para mejorar la comunicación, la expresión emocional y la conexión social. En niños con autismo leve, puede facilitar la relajación, la atención conjunta y la interacción a través de ritmos y canciones.

Arte-terapia: mediante el dibujo, la pintura o el modelado, los niños pueden expresar emociones que no logran verbalizar. También promueve la autoestima, la creatividad y la regulación emocional.

Equinoterapia o terapias asistidas con animales: permiten trabajar el vínculo, la empatía y la regulación emocional a través de la conexión con animales como caballos o perros.

Estas terapias para niños autistas leves no reemplazan a las intervenciones principales, pero sí pueden complementarlas, siempre que estén guiadas por profesionales capacitados y con un marco terapéutico claro.

Apoyo escolar y adaptación educativa

Uno de los espacios donde más se nota la necesidad de apoyo en niños con autismo leve es en la escuela. Aunque muchos asisten a colegios regulares, pueden encontrarse con barreras sociales, sensoriales o de aprendizaje que afectan su experiencia escolar.

Aquí es clave trabajar en adaptaciones simples pero efectivas, como:

  • Permitir tiempos extra para ciertas tareas

  • Anticipar cambios de rutina

  • Usar apoyos visuales como horarios o pictogramas

  • Crear espacios tranquilos para regularse si se sienten sobrecargados

  • Explicar de forma explícita las normas sociales del aula

En algunos casos, se puede contar con un acompañante terapéutico o integrar al equipo escolar en el trabajo conjunto con los terapeutas. Lo importante es que el niño no tenga que adaptarse solo, sino que el entorno también aprenda a entenderlo y apoyarlo.

Estas acciones no solo favorecen su aprendizaje, sino que fortalecen su autoestima, su motivación y su vínculo con los demás niños.

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Cómo elegir la terapia para niños autistas leve mas adecuadas

Elegir las terapias adecuadas para un niño con autismo leve es un proceso que debe hacerse con cuidado y con apoyo profesional. Aquí algunos puntos clave para guiarte:

  • Evaluación diagnóstica completa: El primer paso es contar con un diagnóstico claro, realizado por un equipo especializado (psicólogo, neurólogo infantil, terapeuta ocupacional). Esto permite identificar las áreas que necesitan mayor apoyo.

  • Objetivos individualizados: Cada niño es distinto. Las terapias deben responder a sus necesidades específicas, ya sea en comunicación, habilidades sociales, regulación emocional o autonomía.

  • Participación de la familia: Es importante que madres, padres o cuidadores participen del proceso. Su involucramiento refuerza lo aprendido en terapia y mejora los resultados.

  • Seguimiento y flexibilidad: Las necesidades pueden cambiar con el tiempo. Es clave revisar los avances y ajustar las intervenciones cuando sea necesario.

En Mindy, te acompañamos en este camino con orientación profesional y un enfoque centrado en el bienestar del niño, combinando distintas terapias según su perfil y ritmo de desarrollo.

Evaluación integral del niño

Antes de comenzar cualquier tratamiento, es fundamental realizar una evaluación integral del niño. Esto va más allá de tener un diagnóstico clínico de autismo leve: se trata de entender quién es ese niño, qué necesita hoy, qué habilidades tiene y cuáles están en desarrollo.

Una buena evaluación contempla diferentes áreas:

  • Comunicación: ¿Habla? ¿Se comunica con gestos? ¿Comprende lo que se le dice? ¿Sabe expresar emociones o necesidades?

  • Juego: ¿Puede jugar solo y con otros? ¿Sabe turnarse? ¿Tiene intereses flexibles?

  • Motricidad: ¿Tiene dificultades con la escritura, la coordinación o el equilibrio?

  • Autonomía: ¿Puede vestirse, alimentarse, higienizarse solo según su edad?

  • Regulación emocional: ¿Tolera cambios? ¿Se frustra fácilmente? ¿Tiene rabietas o crisis frecuentes?

  • Conducta social: ¿Busca interactuar con otros niños? ¿Entiende normas sociales simples?

Esta mirada permite personalizar las terapias. No todos los niños con autismo leve necesitan lo mismo. Algunos tienen buena comunicación pero dificultades emocionales. Otros son muy funcionales en casa, pero se bloquean en contextos sociales.

Lo ideal es que la evaluación sea hecha por un equipo multidisciplinario: psicólogo, terapeuta ocupacional, fonoaudiólogo y si es posible, un neuropediatra o psiquiatra infantil. Pero si eso no es accesible, lo más importante es observar al niño en distintos contextos: casa, escuela, espacios de juego. Esa información vale tanto como una etiqueta diagnóstica.

Preguntas clave que debe hacerse la familia

Una vez que se tiene más claridad sobre el perfil del niño, es normal preguntarse: “¿Y ahora, qué hacemos?”. Aquí hay algunas preguntas que pueden orientar la elección de las terapias para niños autistas leves:

¿Qué necesita mi hijo en este momento? Puede que lo que más le cueste no sea hablar, sino tolerar la frustración. O que se comunique bien, pero no pueda hacer amigos. Identificar la prioridad evita hacer terapias innecesarias.

¿Qué herramientas ya tiene, y cuáles necesita desarrollar? No es lo mismo un niño que se aísla porque no sabe jugar, que otro que quiere jugar pero no sabe cómo acercarse.

¿Qué tipo de espacio necesita? Algunos niños se benefician de terapias individuales, mientras que otros necesitan espacios grupales donde practicar habilidades sociales.

¿Qué recursos tenemos como familia? El tiempo, el dinero y la disponibilidad emocional también son factores reales. No se trata de “hacer todo”, sino de elegir bien, con realismo y sin culpas.

¿Qué profesional nos inspira confianza? Más allá del título, lo importante es que el terapeuta conecte con el niño, que lo respete, que escuche a la familia y que proponga un plan de trabajo claro y medible.

Señales de que una terapia está funcionando

Una vez que se empieza una terapia, no siempre se ven resultados inmediatos. Pero sí hay ciertas señales que indican que vamos por buen camino. Aquí algunas de ellas:

  • El niño asiste a la terapia con gusto o sin resistencia constante

  • Comienza a usar lo que aprende en su vida diaria, aunque sea en pequeños gestos (como pedir ayuda, usar una palabra nueva o tolerar mejor un cambio)

  • Hay mejoras en su estado de ánimo, en su comunicación o en su conducta

  • Se siente más seguro, más comprendido y más motivado

  • La familia empieza a sentirse más acompañada y con más herramientas

También es importante evaluar cómo trabaja el terapeuta: ¿Informa sobre los avances? ¿Involucra a la familia? ¿Está dispuesto a ajustar el enfoque si algo no funciona? Una terapia no debe ser estática. Si algo no está dando resultado, se debe poder revisar y adaptar.

Por el contrario, algunas señales de alerta son:

  • El niño sale más estresado de lo que entra

  • No hay ninguna mejora después de varios meses

  • El terapeuta no explica lo que hace ni da participación a los padres

  • Se intenta forzar comportamientos sin respetar el ritmo del niño

Las terapias para niños autistas leves deben ser caminos de apoyo, no de corrección ni de presión. Cuando están bien elegidas y bien aplicadas, se convierten en un espacio seguro donde el niño aprende, se siente comprendido y se fortalece emocionalmente.

Acompañamiento familiar y recursos prácticos de terapia para niños autistas leve

terapia para niños autistas leves

El acompañamiento familiar es fundamental cuando se trata de apoyar a un niño con autismo leve. La familia no solo brinda contención emocional, sino que también cumple un rol activo en el desarrollo de habilidades y la adaptación diaria del niño.

Para que este acompañamiento sea efectivo, es importante contar con información clara, orientación profesional y recursos prácticos que faciliten la vida cotidiana. Algunos ejemplos incluyen:

  • Guías visuales o rutinas estructuradas: ayudan al niño a anticipar actividades y sentirse más seguro.

  • Materiales educativos adaptados: juegos, cuentos o actividades que trabajen habilidades sociales y emocionales.

  • Red de apoyo: grupos de familias, comunidades en línea o espacios terapéuticos que permitan compartir experiencias.

  • Espacios de psicoeducación para padres: comprender el autismo permite acompañar con más empatía y herramientas concretas.

En Mindy, acompañamos tanto al niño como a su familia, ofreciendo orientación personalizada, estrategias prácticas y contención emocional para transitar este camino con mayor claridad y confianza.

El rol de la familia en todo el proceso

Cuando hablamos de terapias para niños autistas leves, es imposible separar el proceso del entorno familiar. El avance no ocurre solo en la sesión de terapia: se construye en el día a día, en casa, en las rutinas, en los vínculos. Por eso, la familia no es un espectador del tratamiento, sino una parte activa y fundamental.

Esto no significa que los padres deban convertirse en terapeutas. Pero sí implica que su mirada, su paciencia, su presencia y su apoyo emocional hacen una gran diferencia. Muchos aprendizajes se consolidan cuando se repiten en contextos cotidianos, con personas significativas para el niño.

Involucrarse no quiere decir hacer todo perfecto, sino estar disponible para acompañar, observar, preguntar, ajustar rutinas y, sobre todo, validar los pequeños logros. Cada avance, por mínimo que parezca, es un paso importante. Y cuando la familia lo reconoce y lo celebra, el niño también se siente más seguro y motivado.

A veces, el mayor cambio no está en lo que el niño hace, sino en cómo la familia lo comprende.

Recursos accesibles en casa

No todo tiene que pasar por una terapia formal. En casa, se pueden crear oportunidades valiosas para reforzar lo que el niño trabaja con sus terapeutas. Aquí algunas ideas sencillas, eficaces y sin costo:

Juegos estructurados: juegos de mesa simples como memoria, turnos, dominó, pueden ayudar a trabajar la espera, la atención conjunta y la flexibilidad.

Cuentos sociales: son historias breves que explican situaciones cotidianas (ir al doctor, jugar con un amigo, pedir ayuda) de forma clara y visual. Ayudan a anticipar escenarios y darles herramientas de acción.

Pictogramas: pequeños dibujos que representan acciones, objetos o emociones. Se pueden usar para hacer rutinas visuales (por ejemplo, las actividades de la mañana), o para expresar cómo se siente si aún no puede ponerlo en palabras.

Tablas de anticipación: ayudan a prepararse para cambios o eventos especiales. Por ejemplo, “hoy vamos al dentista, después al parque”. Saber lo que va a pasar le da seguridad y reduce ansiedad.

Objetos sensoriales caseros: pelotas de estrés, cajas con arroz o legumbres para jugar con las manos, luces suaves o música tranquila pueden ayudar en momentos de sobrecarga o para calmarse.

Rutinas claras y predecibles: los niños con autismo leve se sienten mejor cuando saben qué esperar. No hace falta que todo sea rígido, pero sí es útil mantener horarios estables y anticipar cambios con tiempo.

Supervisión del uso de pantallas: no se trata de prohibirlas, sino de usarlas con intención. Algunas apps o videos pueden ser educativos, pero el exceso de estimulación, juegos muy rápidos o contenidos agresivos pueden afectar su regulación emocional.

El secreto no está en tener “todo perfecto”, sino en observar qué necesita ese niño, en ese momento, y ajustar con cariño y sentido común.

Redes de apoyo y comunidad

Criar o acompañar a un niño con autismo puede ser hermoso, pero también agotador. Por eso, es importante que la familia también tenga redes de apoyo.

Buscar otros padres que estén pasando por lo mismo, un grupo de acompañamiento, una fundación o un espacio de orientación puede ayudar a no sentirse solos, a compartir experiencias y a encontrar recursos que no conocían.

También es clave cuidar la salud mental del cuidador. Muchas veces, el foco está tan puesto en el niño que el adulto se olvida de sí mismo. Pero para poder sostener y acompañar, el adulto también necesita sentirse acompañado.

Aceptar ayuda no es un signo de debilidad, sino un acto de amor propio y de responsabilidad. Porque cuando el cuidador está bien, el niño también se siente más contenido y estable.

Conclusión

Las terapias para niños autistas leves no buscan cambiar quién es el niño, ni forzarlo a actuar como los demás. Su objetivo es potenciar su desarrollo, brindarle herramientas para expresarse, adaptarse, jugar, aprender y conectarse con los demás de forma segura y auténtica.

Cada niño avanza a su ritmo, y no hay un solo camino correcto. Lo importante es observar, acompañar, preguntar y ajustar lo necesario. Y sobre todo, entender que el amor, la paciencia y la comprensión son tan terapéuticos como cualquier intervención profesional.

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